domingo, 29 de julio de 2012

EN MEMORIA DE MI PADRE

EN MEMORIA DE MI PADRE
(Un texto del año 1977)

De ti no tengo, padre, ni la habitual fotografía
colgada en la pared.
Apenas el antiguo mecedor donde la abuela
duerme su siesta entre fantasmas. Ni siquiera
el apellido tan sonoro. Sólo tus ojos tan tímidos
y color café, tan precisos para atrapar el mar, la gaviota. el musgo
o el colibrí.
No remuevo, padre, tus cenizas. Dios libre
remover tus huesos. No te recrimino ni reclamo.
Demasiado es esta lluvia que me devuelve
tu efímera presencia. Como los árboles que ascienden
en su apacible homenaje a los muertos
que aún no han muerto.
Creces en la tierra que me devuelve tu nombre,
en la espiga danzante y en el olor de la madera.
En los insólitos espejos de las despedidas. Es bastante
asombro para una infancia que aun no llega.
Y ya tienes nietos, padre.
Unas manos peremnes en las mías.
Un lucero que no puedo definir.
Tantos infelices recuerdos.
Habrás sentido ya mis lágrimas calladas.
Estarás desvelado como las mareas
ajeno al chillido de las gaviotas.
Permanecerás en la constelación de Sagitario.
En la tibieza de la mañana. Engendrado.
Chispas surgiendo entre semillas y sonidos. Inquietas
algas,
pedazos de noches. Caballos jubilosos. Tenue luz. Demonio
envejecido sobre el pecho.
Confusión en la otra mano.
Las flores que sobre tu nicho no han crecido.
A propósito, ¿tienes nicho, padre?
Es mejor recordar el silabario abierto todavía en los pupitres.
las palabras que creímos inmortales
danzando tan opronto han sido liberadas.
Aquel árbol donde hizo escuela el dominó.
Donde me dijiste Soy tu padre.
No.
Es mejor delirar y ser el que no he sido.
Pues he conocido ya la muerte.
La vi muchas veces detenida entre tus párpados. La vi
en harapos. La presentí
desnuda como bella mujer.
La recuerdo en los follajes y en el musgo. La recuerdo
como te recuerdo.
Yo soy esta ciudad destruída. Tú eres la aldea callada.
Yo te doy las antiguas palabras y las manos. Te entrego
los navíos. te devuelvo la marea. Te devuelvo tu cielo y esta lluvia.
Los relámpagos y la marea.
Tú te llamas viento, noche o tempestad.
Siempre...Siempre eres, padre, estas palabras.