sábado, 11 de diciembre de 2010



El fantasma de la muerte


Muerte es palabra y fantasma que quema los labios. Fantasma que hay que matar. Cadáver y muerte, irse para siempre, dejar un legado, tener vida ejemplar, nunca te olvidaremos, estarás por siempre en nuestros corazones. Todo es sinónimo. Hasta la propia vida que tantos momentos distintos nos ofrece.
Gobernantes y reyes poderosos, eminentes hombres de negocios a quienes nada material les falta, príncipes y hombres de Estado. Es lo mismo. Todos vamos por los mismos caminos. Nos espera la inexorable, la inevitable, aquella que nos somete a la voluntad de sus designios
La muerte ha sido el protagonista de los últimos días en mi país. Muerte no por cuchilladas ni por balazos y, menos aún, por esos supuestos enfrentamientos que muchas jefaturas policiales y militares han usado como excusa para cometer crímenes y tropelías.
La muerte como espectáculo, un evento en el que hombres y mujeres de todas las clases sociales han hecho largas filas para honrar el cuerpo ya inerte de un hombre que, indudablemente, fue poseedor de muchas virtudes.
Freddy Beras Goico, uno de nuestros más completos y extraordinarios artistas, ha muerto por designios naturales, y su muerte nos ha convocado. Es muerte que nos obliga a pensar y a cuestionarnos porque en momentos como los que vivimos, confirmamos cuánto faltan ejemplos y voces que nos guíen.
Don Freddy Beras Goico ha muerto como moriremos todos. Pero únicamente los que vivieron como él podrán tener, en este mundo, el homenaje que el pueblo dominicano le ha rendido.
Es sábado y atardece. Escribo en mi estudio, rodeado de mis libros entrañables, junto a mi familia, y pienso en la muerte como doloroso espectáculo. En esta muerte que nos toca a todos y de la que somos parte porque sé que, con él y con todos los que mueren diariamente, a cada instante, yo también muero.
No existen palabras para definir el comportamiento del pueblo dominicano en esta conmovedora realidad.
Freddy fue un gladiador, y seguirá siendo un gladiador- ¡Siempre!
No elevo ni pido por su alma una oración. Sencillamente comento lo que he visto y he vivido.
Celebro la vida, no la muerte.

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