lunes, 9 de febrero de 2009

La computadora de Ernesto Cardenal

Ernesto Cardenal y Radhamés Reyes-Vásquez

Las miradas fugaces (14)

Ernesto Cardenal, el más universal de los poetas nicaragüenses después de Rubén Darío, ha sido víctima de un robo muy peculiar.
Hace pocos días individuos aun no identificados penetraron a sus oficinas en Managua y, a pesar de que había muchos objetos y artículos de mayor valor, solo se llevaron la computadora personal del poeta, aunque ésta era la más vieja de todas las que hay allí.
Se puede estar de acuerdo o en desacuerdo con el padre Cardenal, pero debe ser respetado. Su obra y su integridad personal lo han convertido en símbolo latinoamericano.
Poeta de indudables aciertos y hombre de gran valor personal, Ernesto Cardenal ha sido la voz que en América Latina han encontrado decenas de jóvenes para transmitir sus emociones.
Su pasión por la poesía es inmensa y sus aportes a este género realmente no tienen dimensión.
Cardenal es de los pocos dioses vivos de las artes y es una leyenda.
Los escritores de mi generación leímos y releímos a Cardenal enceguecidos por una pasión tremenda. Aprendimos sus versos, desde los Epigramas hasta el Canto Nacional, y nos formamos difundiéndolos entre hallazgos permanentes, muchos de los que aun nos asombran.
Pero ¿qué es para un escritor la pérdida de su computadora personal?
Hace poco le sucedió lo mismo a Mario Vargas Llosa en el aeropuerto de Barajas, Madrid, y no hay dudas de que les ha sucedido a otros.
La computadora de un escritor es como el arma de reglamento, algo así como lo que nunca debe faltar, aquello que jamás se hipoteca porque nunca se pone en juego.
Por eso el escritor es celoso, y como no confía plenamente en el moderno instrumento de trabajo se arma de esos dispositivos –memorias, puertos usb o como se llame- que le garantizan copias seguras de su trabajo. Incluso conozco a muchos que, sin importarle costos algunos, imprimen lo escrito.
Aunque la computadora vuelva a manos de Cardenal seguro que ya no ha de ser la misma porque violar la computadora de un escritor es una profanación.
Un poeta es un ave del paraíso, me dijo una vez mi muy apreciado Marcio Veloz Maggiolo. Desde entonces lo creo así.
Ernesto Cardenal es un símbolo, y como dijo nuestro siempre recordado Don Juan Bosch: La dignidad nunca muere.

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