lunes, 1 de diciembre de 2008

Domingo del Recuerdo




Las miradas fugaces (7)

A juzgar por la proliferación de programas con música del ayer (que no es ningún ayer), puede afirmarse que el domingo es un día consagrado al recuerdo; pues ese día, desde el amanecer hasta la medianoche, la radio está abarrotada de melodías y voces que nos devuelven a un pasado muchas veces demasiado remoto.
Domingo del recuerdo, Domingo romántico y Contigo en la distancia son algunos de los programas que gozan de muy buena audiencia y, me parece, que tienen magnífica facturación en momentos en los que se han encarecido los costos de la radio y la televisión.
Como hombre de la radio que he sido toda mi vida vivo pendiente a cualquier movimiento de estos magníficos medios y me apena, sobremanera, la deficiencia de las últimas generaciones de locutores y el maltrato constante que implica el inadecuado uso de nuestro idioma.
Diariamente, y en todo momento, es una lástima oír la radio o detenerse frente a la llamada pantalla chica. No tarda un minuto sin que broten, como expediente acusatorio sobre las autoridades de siempre, el uso inadecuado del idioma castellano. Casimente y Noverdad son de los giros incorrectos más comunes incluso en locutores de mi generación, sin referirnos a la dicción también demasiado incorrecta ni a las frecuentes vulgaridades.
Hoy día se están diciendo por la radio palabras tan vulgares que ni siquiera en la intimidad lucen bien. Pero esto es lo que vende, dirán algunos propietarios de estaciones radiofónicas como si se estuviese afirmando que el dominicano es un pueblo vulgar, cosa que es mentira. Somos un pueblo que coexiste lejos de las vulgaridades, aunque el maleficio de algunas bachatas (género musical que detesto a pesar de que fue en mi barrio, Villa Juana, donde prácticamente ha nacido) pueda aparentar lo contrario.
Hay que crear con urgencia métodos que coadyuven a salvar nuestro idioma y que, consecuentemente, nos hagan sentir orgullosos de lo que somos: un pueblo con altas y bajas pero siempre en ascenso con todas las implicaciones de la modernidad y el desarraigo.

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