viernes, 24 de octubre de 2008

Para refrescar la memoria

Para que no se olvide, reproduzco aquí dos artículos publicados en mi columna de El Caribe a principios del año 2004.
Radhamés Reyes-Vásquez


La isla al revés
El Caribe
25 de febrero de 2004


Una isla y dos siameses radicalmente distintos, pero parecidos en infortunios y padecimientos. De aquel lado, apenas cruzando el Masacre, una nación habitualmente convulsionada e inestable, de costumbres ancestrales, arraigadas en creencias que, de alguna manera, difieren significativamente de las que son nuestras costumbres y nuestros sueños históricos. La más horrible de todas las miserias posibles, ineptitud, corrupción enquistada en el poder, injusticias y desempleo. Un país sin embargo ignorado por sus vecinos. De aquel lado se enfrentan nuestros hermanos, las calles llenándose de sangre y las morgues de cadáveres. El haitiano es demasiado triste y, en verdad, muy pocas cosas parecen importarle ahora que las calles están convertidas en campos de batalla. Todo es de una fiereza casi salvaje, todo parece estar donde no debe estar sino en lugar equivocado. Sobre las rocas y la memoria de los árboles canta la sangre invencible, el brazo rústico, el hombre y la mujer prostituidos, acabados, envejecidos en sus rencores históricos y en los caldos de las injusticias.
De este lado, sobre las mismas calles, el hombre y la mujer con muy poca esperanza, el orgullo frágil, el castigo sereno de un error casi colectivo. Nos mata la inflación y las necesidades apagan la sonrisa, niños y niñas extendiendo una mano pálida y acusadora. Nos ofenden y nos agreden, piensan que son estos tiempos distintos. Pero no. Vivimos golpe a golpe y seguimos despiertos y en vigilia. Nada ni nadie sobre la tierra podrá impedir la reivindicación nacional, ni la reinserción del país en los caminos del progreso. Porque aquí también hay buitres que manchan los cielos, títeres que acusan y amenazan creyéndose dioses y dueños de la verdad y de la ley, los mismos que cercenan los sueños, los que quemaron el arroz para justificar el que ahora se importe y se venda a más de 25 pesos la libra. Son los mismos que mienten e irrespetan los símbolos, los que cierran escuelas y programas de radio y pagan millonadas de los dineros de nuestros impuestos a cófrades vulgares y “malapalabrosos” para que falsifiquen las verdades oscuras.
Una isla y dos naciones radicalmente distintas, víctimas de la irracionalidad, naufragando en lo que aún nos queda de los sueños forjados, países llenos de muertes oscuras sin seguridad para nadie. No hay soluciones mágicas, nadie las tiene, pero es preciso restituir las ilusiones perdidas. Ya no más cantaletas ni invenciones.
Hay que revisar el fardo que contiene nuestras actitudes para con los haitianos, reflexionar sobre la creciente y pacífica invasión y la manera en que va afectándonos. Hay que mirar con seriedad lo que sucede aquí y allá si queremos conservar nuestra identidad como nación.



Los discursos de Leonel
El Caribe
10 de marzo de 2004

Desde que, con extraordinaria y certera visión de sus características humanas e intelectuales, el profesor Juan Bosch lo escogió para que le acompañara como candidato a la vicepresidencia en la boleta del Partido de la Liberación Dominicana, el doctor Leonel Fernández ha pronunciado incontables discursos en los que han prevalecido la sólida coherencia conceptual y el respeto a sus adversarios.En este país, nadie que esté en su sano juicio puede atribuir al actual líder peledeísta ningún tipo de maltratos ni descortesía en sus piezas de oratoria ni en su conducta personal, aunque sus adversarios del Gobierno no han cesado, desde el primer día, en la intensa campaña de difamación moral cuyos infundios servirían para llenar el más amplio memorial de agravios en contra de un político de condiciones excepcionales que se perfila como el candidato más votado en toda nuestra historia.Son numerosos los denuestos y las acusaciones en contra del ex presidente constitucional de la República procurando desacerbar unos ánimos que se mantienen ecuánimes e inalterables, sin perder jamás los objetivos ni descender al cieno al que han querido llevarlo de la misma manera que los inocentes al patíbulo. Pero ha sido en vano.
El talento cohesionado con el sentido de la responsabilidad y la plena conciencia del ser nacional, en cuanto a necesidades y preferencias, no permite ningún desbordamiento de parte de quienes no han vivido de espaldas a la Historia ni a los postulados de la dignidad.
Cuando digo estas cosas no pretendo, de ninguna manera, enderezar entuertos ni poner puntos sobre unas íes en exceso conocidas. Caigo en las estadísticas de los discursos y las comparecencias públicas del doctor Fernández Reyna después de oír muchos comentarios sobre el giro que éste ha dado en sus últimos discursos.El vigor con que su candidatura ha ido creciendo ha sido posible mediante el trabajo tesonero y constante de una extraordinaria mayoría que prefiere su regreso al Poder Ejecutivo para descontinuar el empobrecimiento inmisericorde y la pérdida de sus ilusiones y sus derechos elementales.
Leonel Fernández es un político demasiado consciente del valor de la palabra y de sus responsabilidades, y si de alguna manera ha variado la tónica en algunos de sus últimos discursos no ha sido obra del azar, sino producto de una íntima convicción.
No espere nadie que su candidatura se desinfle cuando apena faltas muy pocas semanas para el día de las elecciones. Aquí nadie es loco ni suicida para permitir que se desinfle lo que parece constituir la última esperanza para una nación que, con la mayor de todas las urgencias, tiene que reinsertarse en el proceso de desarrollo que criminalmente fue interrumpido hará cuatro años.No es verdad que a Leonel Fernández le tiemblen las manos para firmar iniciativas que contribuyan con el desarrollo nacional. Tampoco es cobarde ni desmemoriado.

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