jueves, 6 de noviembre de 2008

La gentuza y el poder

Las miradas fugaces (3)
En medio de una grave crisis, más propalada en sus efectos que en sus eventuales soluciones, arribamos al fin de año.
Ya es noviembre pero aun no se siente el aire fresco de las mañanas o de las noches, como en anteriores tiempos.
Hasta el momento, parece tímido el entusiasmo por la Navidad, incluso en lo refernte a los medios de comunicación, ahora carentes de los tradicionales comerciales.
Vivimos en la crisis y en ella nos hundimos. Parece que, sin darnos cuenta, vamos perdiendo la esperanza y, lamentablemente, va creciendo en nostros el gusano del rencor, aquel que no nos permite libertad interior.
Parecen lejanos aquellos tiemnpos, los meses finales de año cuando ya, a estas alturas, era palpable el entusiasmo y la ilusión. Es cierto que vamos perdiendo nuestras ilusiones. Es cierto que a cada instante nos alejamos más de nosotros mismos y vamos viviendo una vida más solitaria, más huérfana y carente de entusiasmo porque muchas cosas que ayer amábamos ahora no nos llenan ni en l0 más mínimo.
La frustraciuón ante el fracaso por parte de los dirigente políticos, la promesa incumplida y el dejar hacer vienen socavando cimientos, cerrando caminos y encegueciéndosnos, junto a la actitud petulante y mediocre de algunos que, envilecidos por un pedazo de poder real o ficticio, se han desbocado para pena nuestra.
He sabido de amigos y conocidos envueltos en miles diabluras cuando apenas les ha tocado una milésima migaja de una insignificante posición. Jamás pude sospechar tanta mediocridad, gente tan mendaz y tan insignificante.
Es una pena que así sea, y más penoso aun que no nos demos cuenta.
Es una lástima todo cuanto se dice por la radio, palabras impublicables y denuestos que que atentan directamente contra la integridad del indidivuo y contra su libertad.
Es una lástima que algunos remanentes de grupúsculos de esos que terminaron como empresas particulares, se aprovechen del clima de libertades públicas para arremeter de manera desconsiderada en contra de hombre y mujeres probos.
Es una lástima que para poner coto a todo esto no haya autoridad.
Asquea tanta gentuza presumiendo.
Lo dijo Neruda hace ya muchas décadas: Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos.

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